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Calendarium

Sólo la sección romana (pp226‑233)
de un artículo de Thomas Hewitt Key, M.A., Profesor de Gramática Comparativa en el University College, Londres
en pp222‑233 de

William Smith, D.C.L., LL.D.:
A Dictionary of Greek and Roman Antiquities, John Murray, Londra, 1875.

 p226  CALENDA′RIUM, o más bien KALENDA′RIUM, es el libro de cuentas en el que los prestamistas apuntaban los nombres de sus deudores y la sumas que debían. Puesto que el interés del dinero prestado se pagaba en las Calendae de cada mes, el nombre de Calendarium se utilizaba para dicho libro (Senec. De Benef. I.2, VII.10). La palabra se usó a continuación para indicar un registro de los días, semanas y meses, correspondiéndose por tanto a un almanaque o calendario moderno.

[. . .]

2. CALENDARIO ROMANO — El Año de Rómulo. — El nombre de Rómulo se suele relacionar con el año que supuestamente prevalecía en los primeros tiempos de Roma; pero la tradición no es consistente con respecto a su forma. Los historiadores Licinio Macer y Fenestela mantenían que el año primigenio consistía en doce meses, y que ya en aquellos días era un annus vertens, esto es, un año que coincidía con el periodo del curso solar. Censorino, sin embargo, en cuya obra aparece esta afirmación (De Die Natali, c20; comparar también con el principio de c19), mantenía que más crédito debe darse a Gracano, Fulvio (Nobilior), Varro, y otros, de acuerdo con los cuales los Romanos de los primeros tiempos, como el pueblo de Alba del que surgieron, sólo asignaban al año diez meses. Esta opinión es apoyada por Ovidio en varios pasajes de sus Fasti (I.27, 43, III.99, 119, 151); por Gelio (Noct. Att. III.16), Macrobio (Saturn. I.12), Solino (Polyh. I) y Servio (ad Georg. I.43). Por último, un antiguo año latino de diez meses está implicado por el hecho de que, en Laurento (Macrob. I.15), un sacrificio era ofrecido a Juno Kalendaris en el primero de cada mes excepto en Febrero y Enero. Estos diez meses eran llamados Martius, Aprilis, Maius, Junius, Quinctilis, Sextilis, September, October, November, December. Que Marzo era el primer mes del año está implicado en los últimos seis nombres; e incluso Plutarco, que asigna doce meses al año de Rómulo (Numa, c18), sitúa Januarius y Februarius al final. El hecho también está confirmado por la ceremonia de encendido del fuego sagrado del templo de Vesta en el primer día de Marzo, por la práctica de colocar laureles frescos en los edificios públicos en ese día, y por muchas otras costumbres registradas por Macrobio (I.12). Con relación a la longitud de los meses, Censorino, Macrobio y Solino coinciden en asignar treinta y un días a cuatro de ellos, llamados pleni menses; y treinta al resto, llamados cavi menses. Los cuatro meses más largos eran Martius, Maius, Quinctilis, y October; y estos, como Macrobio observa, se distinguían en la forma tardía del calendario romano por tener sus nonas dos días más tarde que cualquiera de los otros meses. La simetría de esta disposición aparece al colocar los números en sucesión:— 31, 30; 31, 30; 31, 30, 30; 31, 30, 30. Ovidio, de hecho, parece decir que los meses coincidían con el periodo lunar: —

"Annus erat decimum cum luna repleverat annum:"

pero el lenguaje de un poeta no debe ser tomado al pie de la letra. Por otra parte, Plutarco, en el pasaje anteriormente mencionado, mientras asigna al año primigenio doce meses y 365 días, dice que los meses varían sin sistema entre los límites de veinte y treinta y cinco días. Una irregularidad de este tipo no es increíble, al encontrar que, incluso cuando Censorino escribía (a. d. 238), el calendario albano daba 36 días a Marzo, 22 a Mayo, 18 a Sextilis y 16 a Septiembre; mientras que, según Túsculo, Quinctilis tenía 36 días, Octubre 32; y de nuevo, según Aricia, el mismo mes, Octubre, tenía nada menos que 39 (Censorinus, c22). El año de Rómulo, si seguimos a la mayoría de los autores, sólo contenía 304 días; un periodo que difiere tanto de la longitud real del curso solar, que los meses pasarían rápidamente a través de todas las estaciones del año. Este inconveniente era remediado, según Macrobio (I.13), añadiendo el número adecuado de días necesarios para completar el año; pero estos días, sigue diciendo, no recibían nigún nombre como mes. Servio dice que el periodo intercalado consistía en dos meses que inicialmente no tenían nombre, pero que eventualmente fueron llamados Janus y Februus. Que algún sistema de intercalación era utilizado en el año de Rómulo era también la opinión de Licinio Macer (Macrob. I.13). Esto parece ser todo lo que se nos ha transmitido con respecto al año primigenio de los Romanos.

Puesto que un año de diez meses y 304 días queda muy corto para el año solar, y tampoco contiene un número exacto de ciclos lunares, algunos han llegado a rechazar la veracidad de la tradicíon en todo o en parte, mientras otros han dejado que su ingenuidad les permitiese creer en la adopción de un año tan anómalo. Puteano (De Nundinis, en el Tesauro de Grevio, vol. VIII), recordando que la antigua semana romana o etrusca contenía ocho días,​1  p227 estando cada octavo día especialmente dedicado a propósitos religiosos y públicos bajo el nombre de nonae o nundinae, fue el primero en señalar que el número 304 es un múltiplo exacto de ocho. A esta observación, de poca importancia por sí misma, Niebuhr le dió algo de peso, al señalar que las 38 nundinas de un año de 304 días coinciden exactamente con el número de dies fasti conservado más tarde en el calendario Juliano. Otro escritor, Pontedera, observó que 304 y 365 tenían una relación de 5 a 6, seis años de Rómulo conteniendo 1824 y cinco de los periodos más largos 1825 días; y Niebuhr (Rom. Hist. vol.1 p271), que es un ferviente abogado del mes de diez meses, ha hecho gran uso de esta consideración. Él explica así el origen del bien conocido periodo quinquenal llamado el lustrum, que Censorino (c18) expresamente llama un annus magnus, esto es, en el lenguaje cronológico moderno, un ciclo. Además, el año de diez meses, según el mismo escritor (p279), era el periodo de luto, para pagar las porciones dejadas en testamento, para el crédito en la venta de beneficios anuales; muy probablemente para todos los préstamos; y era la medida para el tipo de interés más antiguo. [Fenus.] Por último, encuentra en la existencia de este año corto la solución a ciertas dificultades históricas. Una paz, o más bien una tregua, con Veyes fue acordada en el año 280 de Roma, por 40 años. En 316 Fidenas se rebeló y se unió a Veyes, lo que implica que Veyes ya estaba en guerra con Roma; sin embargo, los Veientinos no están acusados de haber roto sus juramentos (Liv. IV.17). De nuevo, una tregua de veinte años, hecha en 329, según Livio expiró en 347 (IV.58). Estos hechos son explicados suponiendo que los años en cuestión eran de los de diez meses, pues 40 de éstos son iguales a 33⅓ años normales, 20 a 16⅔; así que la primera tregua terminó en 314, y la segunda en 346. Del mismo modo, la tregua de ocho años concluida por los Volscos en 323, se extendió de hecho a no más de 6⅔ años completos; y por ello los Volscos reanudaron la guerra en 331, sin exponerse al cargo de perjurio.

Estas ingénuas y quizá satisfactorias especulaciones del crítico alemán implican ciertamente que el año decimestrial sobrevivió por mucho tiempo al gobierno real; y, de hecho, él cree que este año y el año lunar, como queda indicado por el ciclo de 22 años propuesto por Scaliger, coexistieron desde los primeros años hasta el periodo más reciente. Las ideas de Niebuhr no requieren que los meses consistiesen en 31 o 30 días; de hecho, sería más natural suponer que cada mes, como también el año, contenía un número preciso de semanas de ocho días; ocho de los meses, por ejemplo, tendrían cuatro de estas semanas, y los otros dos sólo tres. Incluso en el calendario de Numa encontramos la semana etrusca afectando a la división del mes, y por ello hay ocho días entre las nonas y los idus, de ahí sacaron su nombre las nonas; y dos de esas semanas de los idus hasta fin de mes; y esto, tanto si el mes contenía 31 o 29 días.

El año de Numa.— Tras describir el año de Rómulo, Censorino (c20) sigue así:— "Más tarde, por Numa, según Fulvio, o de acuerdo con Junio por Tarquino, fue instituido un año de doce meses y 355 días, aunque la Luna en doce revoluciones parece completar tan sólo 354 días. El día sobrante fue debido a un error, o como yo considero más probable, a ese sentimiento supersicioso, de acuerdo con el cual un número impar era reconocido como pleno (plenus) y más afortunado. Fuera como fuese, al año previamente en uso (el de Rómulo) fueron añadidos cincunta y un días; pero como éstos no eran suficientes para constituir dos meses, se les quitó un día a cada uno de los meses huecos antes nombrados, que entonces sumados hacían 57 días, de los cuales se formaron dos meses, Januarius con 29, y Februarius con 28 días. Así todos los meses eran de este modo plenos, y contenían un número impar de días, salvo Februarius, que era el único hueco, y por eso considerado más desafortunado que el resto." En este pasaje es adecuado observar que los términos pleni y cavi menses son aplicados en un sentido precisamente opuesto a la práctica de la lengua griega en las frases μῆνες πληρεῖςκοῖλοι. El misterioso poder adscrito a un número impar es familiar por el Numero deus impare gaudet de Virgilio. Plinio también (Plin. H. N. XXVIII.5) observa, — Impares numeros ad omnia vehementiores credimus. Era por supuesto imposible dar un número impar de días al mismo tiempo al año por un lado y a cada uno de los doce meses por el otro; y aun así se consiguió en cierta medida esto mediante una división de Febrero en 23 días y en un periodo supernumerario de cinco días. (Véase más abajo el modo de intercalación.) El año de Numa, de acuerdo con Censorino, contenía por tanto 355 días. Plutarco nos cuenta que Numa estimó la anomalía del Sol y la Luna, lo que quiere decir la diferencia entre doce ciclos lunares y el curso anual del Sol, en once días, esto es, la diferencia entre 365 y 354 días. Macrobio también dice que el año de Numa tenía primero 354, y después 355 días. Compare en esto Liv. I.19; Ovid. Fasti, I.43, III.151; Aurel. Vict. c3; Florus, I.2; Solinus, c1.

Doce ciclos lunares suman 354 días, 8h. 48′ 36″, así que el llamado año de Numa era un año lunar tolerablemente correcto; aunque los meses habrían coincidido más precisamente con cada ciclo lunar, si hubieran estado limitados a 30 y 29 días, en vez de a 31, 29, y 28 días. Que de hecho estaba adaptado al curso de la Luna es la aseveración concurrente de los escritores antiguos, más particularmente de Livio, que dice: (Numa) omnium primum ad cursum lunae in duodecim mensis discribit annum. Desafortunadamente, muchos de los mismos autores asignan al mismo periodo la introducción de un sistema de intercalación que habría descolocado al mismo tiempo la coincidencia entre el mes civil y el periodo lunar. Tras dos años, el año de Numa habría estado 22 días por detrás del periodo solar, y de acuerdo con esto se afirma que un mes intercalar de esa duración, o de 23 días, era insertado en o cerca del fin de Febrero, para poner el año civil de acuerdo con el cambio de estaciones. De este sistema de intercalación un retrato más preciso será dado más tarde. Pero hay muchas razones para creer que este modo particular de intercalación no era contemporáneo en origen con el año de Numa.

En temas de antigüedades se encontrará generalmente que la asistencia de la etimología es esencial; porque los nombres originales que pertenecen a una institución a menudo continúan existiendo, incluso después de haber introducido tantos cambios que ya no están adaptados al nuevo orden de cosas; por eso sobreviven como útiles recuerdos del pasado. De este  p228 modo se nos permite, a través del significado original de las palabras, ayudados por unos pocos fragmentos de carácter tradicional, afirmar que en los primeros tiempos los romanos poseían un año que en conjunto dependía de las fases de la Luna. La palabra latina mensis (Varro, De Ling. Lat. VI, o en las viejas ediciones, V.54), como la griega μήνμείς, y la inglesa month, o la alemana Monath, está evidentemente conectada con la palbra Luna. De nuevo, mientras en la lengua griega el nombre νουμηνία (nueva-luna), o ἕνη καὶ νέα, dado al primer día de un mes, traiciona su origen lunar, el mismo resultado se deduce de la explicación de la palabra kalendae, como se encuentra en Macrobio (I.15). "En los tiempos antiguos," dice este escritor, "antes de que Cn. Flavio el escriba, contra la voluntad de los patricios, diera a conocer los fastos a todo el pueblo (al final del IV siglo a.C.), era el deber de uno de los pontifices minores observar la primera aparición de la Luna llena; y tan pronto como la vislumbrase, llevar la nueva al rex sacrificulus. Entonces un sacrificio era ofrecido por estos sacerdotes, tras el cual el mismo pontifex convocaría a la plebe (calata plebe) a un lugar en el Capitolio, cerca de la Curia Calabra, que conlinda con la Casa Romuli, y anunciaría el número de días que aun faltaban para las nonas, cinco o siete, repitiendo ese número de veces la palabra καλῶ." No había necesidad de escribir esta última palabra en caracteres griegos, puesto que pertenecía al Latín antiguo. De hecho, en este mismo pasaje, aparece en calata y calabra; y, de nuevo, permaneció hasta los últimos tiempos en la palabra nomenclator. En relación con el pasaje de Macrobio aquí citado, debe recordarse que, mientras la Luna está en la inmediata vecindad del Sol, es imposible verla con el ojo desnudo, así que el día en que es vista por primera vez no es necesariamente el día de la conjunción. Descubrimos en otro sitio que tan pronto como el pontifex descubría el delgado disco, se cantaba un himno que comenzaba Jana novella, donde Jana (Macrob. Sat. I.9; Varro, De Re Rust. I.37) era sólo una variedad dialectal de Diana, como Diespiter o Diupiter corresponde a Júpiter; y fácilmente se podrían dar otros ejemplos, puesto que el cambio ocurre casi en cada palabra que tenga las sílabas de o di ante una vocal. De nuevo, la consagración de las calendas a Juno (Ovid. Fasti, I.55, VI.39; Macrob. Sat. I.9.15) es mencionada por el último escritor afirmando que los meses comenzaban originalmente con la Luna, y que Juno y Luna son la misma diosa; y el poeta también señala a la misma conexión en su explicación del epíteto de Juno Lucina. Además, en Laureno Juno era adorado como Juno Kalendaris. Incluso tan tarde como en 448 a.C., meses estríctamente lunares estaban aun en uso; pues Dionisio (Antiq. X.59) dice que Apio, en ese año, recibió la autoridad consular en los idus de Mayo, siendo el día de la Luna llena, pues en aquel tiempo, añade, los romanos regulaban sus meses por la Luna. De hecho, tan completamente estaba el día llamado idus asociado con la idea de la Luna llena, que algunos lo hacían derivar de la palabra ἀπὸ τοῦ εἴδους, quod eo die plenam speciem luna demonstret (Macrob. ibid.). Insertar silenciosamente la idea de plenam, cuando la palabra griega significaba meramente speciem, concuerda con esas vagas nociones que prevalecían en todos los intentos antiguos de etimología. Pero aunque la derivación carece por supuesto de base, tiene valor histórico, al mostrar la noción conectada con el término idus.

Probablemente por la misma razón los idus de Marzo eran elegidos para el sacrificio a la diosa Anna Perenna, en cuyo nombre tenemos nada más que la forma femenina de la palabra annus, que, tanto escrito con una n o con dos, tanto en su forma simple annus, o diminutiva annulus, siempre quiere decir círculo. Por eso, como la forma masculina fué facilmente adoptada para denotar el periodo del curso del Sol, la forma femenina del mismo modo podía ser utilizada para significar primero la revolución de la Luna, y también la misma Luna. La tendencia entre los romanos a tener la misma palabra repetida, primero como una deidad masculina y después como deidad femenina, ha sido remarcada por Niebuhr; y ocurre un paralelo completo entre el nombre Dianus, más tarde Janus, para el dios del dies, o luz, el Sol; Diana, después Jana, para la diosa de la luz, la Luna; por no hablar de las palabras JupiterJuno. Que el mes de Marzo fuese el elegido surgió de ser el primero del año, y un sacrificio a la Luna podía muy bien tener lugar cuando su poder se mostraba al hombre en toda su magnitud. El epíteto Perenna se quiere decir tan sólo siempre cíclica. Además, el mismo Macrobio (c12) conecta las dos palabras con annus, cuando indica el objeto del futuro sacrificio — ut annare perennareque commode liceat.

Otro argumento a favor del origen lunar del mes romano se puede deducir de la práctica de contar los días hacia atrás desde las Calendas, Nonas e Idus; las frases por tanto querrían decir — "Quedan tantos días para la Luna nueva, para el primer cuarto, para el plenilunio." Sería difícil, bajo cualquier otra hipótesis, explicar la adopción de un modo de cáclculo que, al menos según nuestras nociones, es tan inconveniente; y ciertamente está expresamente registrado que esta práctica derivaba de Grecia, refiriéndose probablemente a los atenienses por este término; y de ellos sabemos que un año estríctamente lunar era empleado hasta un periodo tardío (Macrob. I.16).

Pero quizá la prueba más decisiva de todas yazca en la simple afirmación de Livio (I.19); que Numa reguló su año lunar de doce meses mediante la inserción de meses intercalares, y que al final de cada decimonoveno año coincidía de nuevo con el mismo punto en el curso del Sol en el que empezó. Sus palabras son — Quem (annum) intercalaribus mensibus interponendis ita dispensavit ut vicensimo anno ad metam eandem solis unde orsi sunt, plenis annorum omnium spatiis, dies congruerent. Citamos el texto; porque algunos editores, en apoyo de una teoría, se han tomado la libertad de alterarlo insertando la palabra quarto, olvidando además que las palabras quarto et vicensimo anno significan, no cada veinticuatro años, como requiere su teoría, si no cada veintitrés, de acuerdo con esa peculiar visión de los romanos que lleva a contar ambos extremos al definir el intervalo de un punto a otro; y que aun sobrevive en las frases médicas fiebres tercianas y cuartianas, tanto como en las expresiones francesas huit jours para una semana, y quinze jours para una quincena. Por ello, no es violentando las palabras, si no dándoles un estricto y necesario significado, cuando, en nuestra propia traducción del pasaje de Livio, expresamos vicensimo anno como cada diecinueve años.

Ahora, 19 años, como es bien sabido, constituyen un ciclo muy conveniente para la conjunción de un año lunar y solar. Un mes lunar medio, o mes sinódico, de  p229 acuerdo con la astronomía moderna, es de 29 d. 12h. 44′3″, y un año tropical medio 365d. 5h. 48′48″. Por lo tanto, se verá que 235 meses lunares suman 6939d. 16h. 31′45″, mientras 19 años tropicales suman 6939d. 14h. 27′12″, así que la diferencia es sólo de 2h. 4′33″. Aunque Hiparco no dió a las observaciones astronómicas precisión de segundos* hasta el segundo siglo a.C., incluso en el periodo real de Roma las ciudades griegas del Sur de Italia ya debían poseer astrónomos, de quienes los habitantes del Lacio podrían haber tomado un conocimiento práctico básico de los periodos del Sol y la Luna, hasta el punto de mostrar que al final de 19 años solares la fase de la Luna sería casi la misma que al comienzo; y puede recordarse que el nombre de Numa está a menudo conectado por tradición con el descubrimiento de la Magna Graecia. De cualquier forma un ciclo de 19 años fué introducido por Metón en Atenas en el año 432 a.C.; y su conocimiento entre los cultos debe haber precedido por mucho su introducción en el uso popular, más aun dado que los festivales religiosos están generalmente conectados con las diferentes divisiones del tiempo, y la superstición estará seguramente en contra de las innovaciones en el almanaque. Cómo podrían haber intercalado los romanos en sus 19 años lunares los siete meses adicionales que son un requisito para completar el número de 235 (= 12 × 19 + 7) meses lunares, es un tema sobre el que sería inútil especullar. De la unión de estas consideraciones varias, debe considerarse muy probable que, durante un tiempo, los romanos poseyesen una división del tiempo dependiente del curso de la Luna.

Año de los Decemviri (llamado así por Ideler).— Los motivos que indujeron a los romanos a abandonar el año lunar no están registrados; así como tampoco lo está la fecha del cambio. Hemos visto, sin embargo, que incluso en el año 448 a.C. el año aun era regulado por el curso de la Luna. A esto debe añadirse que, de acuerdo con Tuditano y Casio Hemina, una moción sobre la intercalación fué presentada ante el pueblo por aquellos decemviri que añadieron las dos nuevas tablas a las Diez precedentes (Macrob. I.13), esto es, en el año 450 a.C. Que la atención de estos decemviri fué llamada sobre el calendario también queda probado por el contenido de la Undécima Tabla, donde se decreta que "los festivales deben ser fijados en los calendarios." Tenemos la autoridad de Varro para afirmar que un sistema de intercalación ya existía en una fecha previa; pues él dice que había una ley muy antigua grabada en una columna de bronce por L. Pinario and Furio en su consulado cui mentio intercalaris ascribitur. Añadimos las últimas palabras en Latín del texto de Macrobio (c.13), porque su importancia es dudosa. Si acertamos al interpretarlo así — "la fecha que se expresa por un mes llamado interlalar", podría referirse tan sólo a uno de los meses lunares intercalares que deben haber existido incluos en el viejo año lunar. En el periodo de la legislación decenvira probablemente estaba instituida esa forma del año de 354 días que fué corregida por el mes intercalar corto, llamado Mercedonius o Mercidinus; pero corregida de tal modo que privaba al año y a los meses de toda conexión con el curso de la Luna. La longitud de varios meses comunes era probablemente la que Censorinus había erróneamente asignado a los meses del año lunar de Numa, esto es: —

Martius 31 días Aprilis 29 días Maius 31 días Junius 29 días Quinctilis 31 días Sextilis 29 días September 29 días October 31 días November 29 días December 29 días Januarius 29 días Februarius 28 días

Así era el número de días de cada mes inmediatamente antes de la corrección Juliana; pues tanto Censorino como Macrobio dicen que César añadió dos días a Januarius, Sextilis y December, y uno a Aprilis, Junius, September y November. Por tanto, Niebuhr parece haber cometido un error al afirmar (vol.ii nota 1179) que Julio adquirió dos días más en la reforma del calendario, y funda en esto una acusación de descuido contra Livio. Además, que November tenía sólo 29 días antes de la corrección, en otras palabras, que el XVII Kal. Dec. seguía inmediatamente al Idus Nov., surge de una comparación entre las cartas de Cicerón a Tirón (Ad Fam. XVI.7.9); pues él llega a Corcira a. d. V. Id. Nov., y en el XV Kal. Dec. se queja — Septumum jam diem tenebamur. Los siete días en cuestión serían IV. Id., III. Id., Prid. Id., Id. Nov., XVII. Kal. Dec., XVI. Kal. Dec., XV. Kal. Dec. Que la localización de las nonas e idus de cada mes era la misma antes y después de la corrección Juliana lo asevera Macrobio.

La principal dificultad se presenta con respecto al sistema de intercalación. Plutarco, como ya hemos observado, habla de una intercalación, que él refiere a Numa, de 22 días en años alternos en el mes de Febrero. Censorino, con más precisión, dice que el número de días de cada intercalación era 22 o 23, y Macrobio coincide con él en substancia. Sobre el punto en el que el mes supernumerario fué insertado, estos son los registros: -Varro (De Ling. Lat. VI.55) dice que el doceavo mes era Febrero; y que cuando tienen lugar las intercalaciones, los cinco últimos días de este mes son eliminados. Censorino coincide cuando sitúa la intercalación generalemente (possitum) en el mes de Febrero, entre las Terminalia y las Regifugium, que es inmediatamente después del día que los romanos llamaban a. d. VI. Kal. Mart., o por nosotros el 24 de Febrero. Esto, de nuevo, es confirmado por Macrobio. La separación de los últimos cinco días concuerda con la práctica que Heródoto adscribe a los egipcios de considerar los cinco días por encima de los 360 como escasamente pertenecientes al año, sin situarlos en ningún mes. Estos cinco días eran tan completamente considerados extraños por los romanos, que los soldados parecen haber recibido paga sólo durante 360 días. Pues en el tiempo de Augusto un soldado recibía deni asses por día, esto es, 1016 de un denarius; pero Domiciano (Suet. Dom. 7) addidit quartum stipendium aureos ternos. Así, como 25 denarii hacían un aureus, la paga anual anterior a Domiciano era (360 × 10) ÷ 16 denarii = (360 × 10) ÷ (16 × 25) aurei = 9 aurei; y por tanto la adición de tres aurei era precisamente un cuarto más. Por último, el festival Terminalia, como implica su nombre, marcaba el fin del año, y esto de paso prueba de nuevo que Marzo era originalmente el primer mes.

El mes intercalar era llamado Μερκίδινος, o Μερκηδόνιος (Plutarco, Numa, 19; Caes. 59).  p230 Lo escribimos en caracteres griegos, porque de alguna extraña manera nigún autor latino ha mencionado el nombre, proveyendo el término mensis interkalaris o interkalarius en su lugar. Por lo tanto, en el año de intercalación, el día tras los idus de Febrero era llamado a. d. XI. Kalendas interkalares, en lugar del normal a. d. XVI. Kalendas Martias. Así que también había las Nonae interkalares, y los Idus interkalares, y tras este último venía a. d. X. o XVI. Kal. Mart., según el mes tuviera 22 o 23 días, o si añadimos los cinco días restantes que fueron eliminados de Febrero, 27 o 28 días. En ambos casos el Regifugium retuvo su designación ordinaria a. d. VI. Kal. Mart. (Ver Asconio, Ad Orat. pro Milone, y los Fasti Triumphales, 493, A.U.C.). Cuando Cicerón escribe a Ático (VI.1), Accepi tuas litteras a. d. V. Terminalia (i.e. Feb. 19); utiliza este extraño modo de definir una fecha porque, estando entonces en Cilicia, no sabía si una intercalación había sido insertado ese año. De hecho, dice, en otra parte de la misma carta, Ea sic observabo, quasi intercalatum non sit.

A parte del mes intercalar, ocasionalmente se hace mención de un día intercalar. El objeto de esto era tan sólo impedir que el primer día del año, y quizá también las nonas, coincidiesen con las nundinae, de lo que ya se ha hecho mención (Macrob. I.13). Por ello en Livio (XLV.44), Intercalatum eo anno; postridie Terminalia intercalares fuerunt. Esto no hubiera sido dicho si el día de intercalación hubiera sido invariablemente el mismo; y de nuevo Livio (XLIII.11), Hoc anno intercalatum est. Tertio die post Terminalia intercalares fuere, esto es, dos días después de las Terminalia, por lo que el dies intercalaris fué insertado en esta ocasión, así como también el mes del mismo nombre. De hecho, incluso después de la reforma del calendario, la misma práctica supersticiosa permaneció. Así, en el año 40 a.C., un día fué insertado para este propósito, y más tarde la omisión de un día tuvo lugar, para que el calendario no se resintiera (Dión Casio XLVIII.33).

El sistema de intercalar en año alternos 22 o 23 días, esto es, noventa días en ocho años, fué tomado, nos dice Macrobio, de los griegos; y la afirmación es bastante probable, primero, porque de los griegos heredaron los romanos generalmente todo conocimiento científico; y segundo, porque la legislación de los decenviros fue obtenida supuestamente de esa fuente. Además, en el período en cuestión, un ciclo de ocho años parece haber estado en uso en Atenas, pues el período metónico de 19 años no fué adoptado antes del 432 a.C. Los romanos, sin embargo, parecen haber sido culpables de cierta torpeza al aplicar la ciencia que heredaron de Grecia. La adición de noventa días en un ciclo de ocho años a un año lunar de 354 días habría, en definitiva, sido igual a la adición de 11¼ (= 90 ÷ 8) días a cada año, por lo que los romanos habrían poseído virtualmente el calendario Juliano. Sin embargo, añadieron la intercalalción a un año de 355 días; y en consecuencia, en media, cada año superaba su longitud adecuada por un día, si olvidamos las imprecisiones del calendario Juliano. De acuerdo con lo anterior encontramos que el año civil y el solar presentaban una gran diferencia en el año 564 A.U.C. En el undécimo día de Quinctilis, en ese año, un importante eclipse solar tuvo lugar (Liv. XXXVII.4). Este eclipse, según Ideler, no puede haber sido otro que el que ocurrió el 14 de Marzo del 190 a.C. del calendario Juliano, y que en Roma fué casi total. De nuevo, el mismo historiador (Liv. XLIV.37), menciona un eclipse lunar que ocurrió en la noche entre el tercer y el cuarto día de September, en el año de la ciudad de 586. Éste debe haber sido el eclipse total de la noche entre el 21 y el 22 de Junio, 168 a.C.

Que intentos de legislación con el propósito de corregir un error tan serio fueron realmente hechos se deriva de Macrobio, quien, él mismo consciente de la causa del error, dice que, a través de una corrección, en cada tercer período octoenal, en lugar de 90 días intercalares, sólo 66 eran insertados. De nuevo parece que M'. Acilius Glabrio, en su consulado del 169 a.C., esto es, el mismo año anterior a aquel en el que ocurrió el eclipse lunar antes mencionado, introdujo alguna medida legislativa sobre el tema de la intercalalción (Macrob. I.13). De acuerdo con la afirmación anterior de Macrobio, un ciclo de 24 años fué adoptado, y es este mismo pasaje el que ha inducido a los editores de Livio a insertar la palabra quarto en el texto anteriormente citado.

Como los festivales de los romanos dependían en su mayor parte del calendario, la regulación del segundo fu confiada al colegio de los pontífices, que en los primeros tiempos eran exclusivamente elegidos de entre el cuerpo de los patricios. Pertenecía por tanto al poder del colegio añadirlo a sus otros métodos de oprimir a los plebeyos, conservando para sí el conocimiento de los días en los que la justicia podía ser administrada, y las asambleas del pueblo podían tener lugar. En el año 304 a.C. se afirma fraudulentamente que cierto Cn. Flavius, un secretario (scriba) de Appius Claudius, hizo públicos los Fasti (Liv. XI.46; Cic. Pro Murena, c.11; Plin. H. N. XXXIII.1; Val. Max. II.5; A. Gellius, VI.9; Macrob. I.15; Pomponio, De Origine Juris en el resumen 1 tit.2; y Cicerón, ad Att. VI.1). Parece, sin embargo, por el último pasaje, que Ático dudaba de la veracidad de la historia. En cualquier caso, el otro privilegio de regular el año mediante la inserción del mes intercalar les daba un gran poder, que no se cortaban en emplear. Todo lo relacinado con el problema de la intercalación fué dejado, según Censorino (c.20), al placer incontenido de los pontífices; y la mayoría de estos, en base a criterios personales, añadió o restó longitud al año a través de caprichosas intercalaciones, para alargar o acortar el período durante el cual un magistrado permanecía en su cargo, y para beneficiar o dañar seriamente la cosecha de la hacienda pública. Similar a éste es el lenguaje empleado por Macrobio (I.4), Amiano (XXVI.1), Solino (c. I), y Plutarco (Caes. c.59), y sus aseveraciones son confirmadas por las cartas de Cicerón, escritas durante su proconsulado en Cilicia, cuya carga constante es una petición para que los pontífices no añadiesen longitud a ese año de gobierno por intercalación.

Como consecuencia de esta licencia, según Suetonio (Caes. 40), ni los festivales de la cosecha coincidían con el verano, ni los de la vendimia con el otoño. Pero no podemos desear una prueba mejor de la confusión que una comparación entre tres pasajes cortos en el tercer libro del Bell. Civ. de César, (c.6) Pridie nonas Januarias navis solvit — (c.9) jamque hiems adpropinquabat — (c.25) multi jam menses transierant et hiems jam praecipitaverat.

El año de Julio César.— En el año 46 a.C. César, entonces amo del mundo romano, coronó  p231 sus otros grandes servicios a su país al emplear su autoridad como pontifex maximus en la corrección de este grave mal. Para este propósito se proveyó de los servicios de Sosígenes, el peripatético, y de un scriba llamado M. Flavius, aunque él mismo, según se dice, estaba también bien familiarizado con la astronomía, y era de hecho el autor de una obra de cierto mérito sobre el tema, que aún existía en la época de Plinio. Las principales autoridades sobre el tema de la reforma Juliana son Plutarco (Caes. c.59), Dión Casio (XLIII.26), Apiano (De Bell. Civ. II. ad extr.), Ovidio (Fasti, III.155), Suetonio (Caes. c.40), Plinio (H. N. XVIII.57), Censorino (c.20), Macrobio (Sat. I.14), Amiano Marcelino (XXVI.1) y Solino (I.45). De éstos Censorino es el más preciso:— "La confusión fué al final," dice, "llevada tan lejos que C. César, el pontifex maximus, en su tercer consulado, con Lépido como colega, insertó entre Noviebre y Diciembre dos meses intercalares de 67 días, habiendo ya recibido el mes de Febrero una intercalación de 23 días, e hizo así que el año completo consistiera en 445 días. Al mismo tiempo proveyó contra una repetición de errores similares al renunciar al mes intercalar, y al adaptar el año al curso solar. Para ello, a los 355 días del año previamente existente, añadió diez días, que distribuyó entre los siete meses que tenían 29 días, de tal forma que Enero, Sextilis y Diciembre recibieron dos cada uno, y los otros sólo uno; y estos días adicionales los colocó al final de cada mes, sin duda con el deseo de no mover los diversos festivales de aquellas posiciones en cada uno de los meses que durante tanto tiempo habían ocupado. Así, en el presente calendario, aunque hay siete meses de 31 días, los cuatro meses que originalmente poseían ese número aún son distinguibles al tener sus nonas en el quinto día del mes. Por último, en consideración por el cuarto de día que él consideraba que completaba el año, estableció la regla de que, al final de cada cuatro años, un único día debía ser intercalado donde el mes había sido anteriormente insertado, esto es, inmediatamente después de los Terminalia; ese día es ahora llamado el Bissextum."

Este año de 455 días es comúnmente llamado por los cronologistas el año de la confusión; pero por Macrobio, más adecuadamente, el último año de confusión. Las kalendas de Enero del año 708 A.U.C. cayeron en el 13 de Octubre del 47 a.C. del calendario Juliano; las kalendas de Marzo del 708 A.U.C., en el primero de Enero del 46 a.C.; y, por último, las kalendas de Enero del 709 A.U.C., en el primero de Enero del 45 a.C. Del segundo de los dos meses intercalares insertados en este año tras Noviembre hace mención Cicerón en sus cartas (ad Fam. VI.14).

La intención original de César fué probablemente comenzar el año con el día más corto. El solsticio de invernio en Roma, en el año 46 a.C., ocurrió en el 24 de Diciembre del calendario Juliano. Su motivo para retrasar el comienzo durante siete días más, en lugar de tomar el día siguiente, fué probablemente el deseo de apaciguar la superstición de los romanos, al provocar que el primer día del calendario reformado cayese en un día de Luna nueva. De acuerdo con esto, se sabe que la Luna nueva completa ocurrió en el primero de Enero del 45 a.C., a las 14h. 16 min. Sólo de este modo puede explicarse la frase utilizada por Macrobio: Annum civilem Caesar, habitis ad lunam dimensionibus constitutum, edicto palam proposito publicavit. Este edicto también es mencionado por Plutarco donde cuenta la anécdota de Cicerón, quien, al serle dicho por alguien que la constelación de Lyraon se alzaría la siguiente semana, observó, "Sí, sin duda, en obediencia al edicto."

El modo de designar los días del mes no cuasará dificultad si se recuerda que las calendas siempre indicaban el primer día del mes, que las nonas ocurren en el séptimo día de los cuatro meses de Marzo, Mayo, Quinctilis o Julio y Octubre, y en el quinto de los otros meses; que los idus siempre caen ocho días después de las nonas; y por último, que los días intermedios se contaban hacia atrás en todos los casos según el principio romano ya explicado de contar ambos extremos.

Para el mes de Enero la notación sería la siguiente: —

14 a. d. XIX. Kal. Feb.
15 a. d. XVIII. Kal. Feb.
16 a. d. XVII. Kal. Feb.
17 a. d. XVI. Kal. Feb.
18 a. d. XV. Kal. Feb.
19 a. d. XIV. Kal. Feb.
20 a. d. XIII. Kal. Feb.
21 a. d. XII. Kal. Feb.
22 a. d. XI. Kal. Feb.
23 a. d. X. Kal. Feb.
24 a. d. IX. Kal. Feb.
6 a. d. VIII. Id. Jan. 25 a. d. VIII. Kal. Feb.
7 a. d. VII. Id. Jan. 26 a. d. VII. Kal. Feb.
8 a. d. VI. Id. Jan. 27 a. d. VI. Kal. Feb.
9 a. d. V. Id. Jan. 28 a. d. V. Kal. Feb.
2 a. d. IV. Non. Jan. 10 a. d. IV. Id. Jan. 29 a. d. IV. Kal. Feb.
3 a. d. III. Non. Jan. 11 a. d. III. Id. Jan. 30 a. d. III. Kal. Feb.
4 Prid. Non. Jan. 12 Prid. Id. Jan. 31 Prid. Kal. Feb.
1 Kal. Jan. 5 Non. Jan. 13 Id. Jan.

Las letras a d son a menudo, erróneamente, escritas juntas, y confundidas por ello con la preposición ad, que hubiera tenido un significado diferente, pues ad kalendas querría decir junto, es decir, sobre o antes de las calendas. Las letras son de hecho una abreviatura de ante diem, y la frase completa para "en el segundo de Enero" sería ante diem quartum nonas Januarias. La palabra ante en esta expresión parece pertenecer semánticamente en realidad a nonas, y ser la causa por la que nonas es un acusativo. Así ocurren frases como (Cic. Phil. iii.8), in ante diem quartum Kal. Decembris distulit, "lo retrasó hasta el cuarto día antes de las calendas de Diciembre," (Caes. Bell. Gall. I.6) Is dies erat ante diem V. Kal. Apr., y (Caes. Bell. Civ. I.11) ante quem diem iturus sit, por quo die. La misma confusión existe en la frase post paucos dies, que quiere decir "tras pocos días," y es equivalente a paucis post diebus. Si la frase Kalendae Januarii fué alguna vez utilizada por los mejores escritores es dudoso. Las palabras son comúnmente abreviadas; y en aquellos pasajes donde Aprilis, Decembris, etc. . . . aparecen, no sirven de ejemplo, pues probablemente son acusativos. El ante puede ser omitido, en cuyo caso la frase será die quarto nonarum. En el año bisiesto (para usar una frase moderna), los últimos días de Febrero eran llamados —

Feb. 23 a. d. VII. Kal. Mart.
Feb. 24 a. d. VI. Kal. Mart. posteriorem.
Feb. 25 a. d. VI. Kal. Mart. priorem.
Feb. 26 a. d. V. Kal. Mart.
Feb. 27 a. d. IV. Kal. Mart.
Feb. 28 a. d. III. Kal. Mart.
Feb. 29 Prid. Kal. Mart.

En donde las palabras prior y posterior son utilizadas en  p232 referencia a la dirección retrógada de la cuenta. Al menos esa es la opinión de Ideler, que se refiere a Celso en el Resumen (50 tit.16 s.98).

A partir del hecho que el año intercalado tiene dos días llamados ante diem sextum, el nombre bisiesto le fué aplicado. El término annus bissextilis, sin embargo, no aparece en nigún escritor anterior a Beda, si no que aparecía en su lugar la frase annus bissextus.

Era la intención de César que el bissextum fuese insertado peracto quadriennii circuitu, como dice Censorino, o quinto quoque incipiente anno, para usar las palabras de Macrobio. La frase, sin embrago, que César usaba parece haber sido quarto quoque anno, que era interpretada por los sacerdotes como cada tercer año. La consecuencia fué que, en el año 8 a.C., el Emperador Augusto, al encontrar que se habían hacho tres intercalaciones más de las que la ley pretendía, dió instrucciones para que durante los siguientes doce años no debería haber ningún bisiesto.

Los servicios que César y Augusto habían prestado a su país con la reforma del año, parecen haber sido las causas inmediatas de los cumplidos que les hicieron al insertar sus nombres en el calendario. Julius substituyó a Quinctilis, el mes en el que nació César, en el segundo año Juliano, esto es, el año de la muerte del dictador (Censorino, c.22); porque el primer año Juliano fué el primer año del calendario Juliano corregido, esto es, el 45 a.C. El nombre Augustus, en lugar de Sextilis, fué introducido por el emperador mismo, cuando rectificó el error en el sistema de intercalación (Suet. Aug. c.31), anno Augustano XX. El primer año de la era Augustana fué el 27 a.C., esto es, aquel en el que por primera vez tomó el nombre de Augusto, se VII. et M. Vipsanio Agrippa coss. Él nació en Septiembre; pero dió preferencia al mes precedente, por las razones descritas en el senatus-consultum, conservadas por Macrobio (I.12). "Visto que el Emperador Augusto César, en el mes de Sextilis, fué por vez primera admitido al consulado, y tres veces entró en la ciudad en triunfo, y que en el mismo mes las legiones, desde el Janículo, se colocaron bajo sus auspicios, y en el mismo mes fué llevado Egipto bajo la autoridad del pueblo romano, y en el mismo mes se puso fin a las guerras civiles; y visto que por estas razones dicho mes es, y ha sido, muy afortunado para este imperio, se decreta por la presente por el senado que dicho mes sea llamado Augustus." "Un plebiscito con el mismo fin fué aprobado bajo la moción de Sextus Pacuvius, tribuno de la plebe."

El mes de Septiembre del mismo modo recibió el nombre de Germanicus por el general así llamado, y el término parece haber existido incluso en tiempos de Macrobio. Domiciano, también, confirió su nombre sobre Octubre; pero el viejo término fué restaurado a la muerte del tirano.

Nuestros días del Mes. Marzo, Mayo,
Julio y Octubre
tienen 30 días.
Enero,
Agosto y Diciembre
tienen 31 días.
Abril, Junio,
Septiembre y Noviembre
tienen 30 días.
Febrero
tiene 28 días,
y en un Año Bisiesto 29.
1. KALENDIS. KALENDIS. KALENDIS. KALENDIS.
2. VI. ante Nonas. IV. ante Nonas. IV. ante Nonas. IV. ante Nonas.
3. V. III. III. III.
4. IV. Pridie Nonas. Pridie Nonas. Pridie Nonas.
5. III. NONIS. NONIS. NONIS.
6. Pridie Nonas. VIII. ante Idus. VIII. ante Idus. VIII. ante Idus.
7. NONIS. VII. VII. VII.
8. VIII. ante Idus. VI. VI. VI.
9. VII. V. V. V.
10. VI. IV. IV. IV.
11. V. III. III. III.
12. IV. Pridie Idus. Pridie Idus. Pridie Idus.
13. III. IDIBUS. IDIBUS. IDIBUS.
14. Pridie Idus. XIX. ante Kalendas
(del mes siguiente).
XVIII. ante Kalendas
(del mes siguiente).
XVI. ante Kalendas Martias.
15. IDIBUS. XVIII. XVII. XV.
16. XVII. ante Kalendas
(del mes siguiente).
XVII. XVI. XIV.
17. XVI. XVI. XV. XIII.
18. XV. XV. XIV. XII.
19. XIV. XIV. XIII. XI.
20. XIII. XIII. XII. X.
21. XII. XII. XI. IX.
22. XI. XI. X. VIII.
23. X. X. IX. VII.
24. IX. IX. VIII. VI.
25. VIII. VIII. VII. V.
26. VII. VII. VI. IV.
27. VI. VI. V. III.
28. V. V. IV. Pridie Kalendas Martias.
29. IV. IV. III.
30. III. III. Pridie Kalendas
(del mes siguiente).
31. Pridie Kalendas
(del mes siguiente).
Pridie Kalendas
(del mes siguiente).

 p233  Los Fasti de César no nos han llegado en su forma completa. Los pocos fragmentos que existen pueden ser vistos en las Inscriptiones de Gruter, o más completamente en el trabajo de Foggini, Fastorum Anni Romani . . . Reliquiae. Veanse también algunos documentos de Ideler en las Transacciones de Berlín de 1822 y 1823.

El Año Gregoriano. —a El calendario Juliano supone que el año tropical medio es 365d. 6h.; pero el año, como ya hemos visto, en realidad excede esta cantidad por 11min. 12seg., cuya acumulación, año tras año, provocó finalmente considerables problemas. Por ello, en el año 1582, el Papa Gregorio XIII, ayudado por Aloisio, Lilio, Christoph. Clavio, Petro Ciaconio y otros, reformó de nuevo el calendario. Los diez días en los que el año había quedado retrasado fueron eliminados mediante una regulación según la cual el día después del cuatro de Octubre de aquel año paso a ser el quince; y fué ordenado que, puesto que un día intercalar había sido insertado cada cuatro años, para el futuro tres de esas intercalaciones en el curso de cuatrocientos años debían ser omitidas, esto es, en aquellos años que son divisibles sin resto por 100, pero no por 400. De este modo, de acuerdo con el calendario Juliano, los años 1600, 1700, 1800, 1900 y 2000 deberían haber sido bisiestos; pero, por la regulación de Gregorio, los años 1700, 1800 y 1900 no debían sufrir intercalación alguna, mientras que los años 1600 y 2000 debían ser bisiestos, como antes. La bula que efectuó este cambio fué promulgada el 24 de Febrero del 1582. La descripción más completa de esta corrección puede encontrarse en la obre de Clavio, titulada Romani Calendarii a Gregorio XIII. P. M. restituti Explicatio. Como el calendario Gregoriano tiene sólo 97 años bisiestos en un periodo de 400 años, el año Gregoriano medio es (303 × 365 ÷ 97 × 366) ÷ 400, esto es 365d. 5h 49min. 12seg., o sólo 24seg. más que el año tropical medio. Esta diferencia en 60 años sumará 24min., y en 60 veces 60, o 3600 años, a 24 horas, o un día. Por ello el astrónomo francés Delambre ha propuesto que los años 3600, 7200, 10,800, y todos los múltiples de 3600 no debieran ser años bisiestos. El calendario Gregoriano fué introducido en la mayor parte de Italia, así como en España y Portugal, en el día indicado en la bula. En Francia, dos meses más tarde, por un edicto de Enrique III, el 9 de Diciembre fué seguido por el 20. Las partes católicas de Suiza, Alemania y los Países Bajos adoptaron la corrección en 1583, Polonia en 1586, Hungría en 1587. Las partes protestantes de Europa se resistieron a lo que llamaron una invención papista durante más de un siglo. Al fin, en 1700, la Alemania protestante, así como Dinamarca y Holanda, dejaron que la razón prevaleciera sobre el prejuicio; y los cantones protestantes de Suiza siguieron su ejemplo al año siguiente.

En Inglaterra el calendario Gregorino fué adoptado por primera vez en 1752, y en Suecia en 1753. En Rusia, y en aquellos países que pertenencen a la iglesia griega, el año Juliano, o de viejo estilo como es llamado, aún prevalece.

En este artículo se ha hecho un uso libre de la obra de Ideler Lehrbuch der Chronologie. Para más información relacionada con la medida del tiempo romana, ver Astronomia; Dies; Horologium; Lustrum; Nundinae; Saeculum.


Nota del Autor:

1 Por ello se encuentran junto a los días sucesivos en los viejos calendarios la serie recurrente de letras A, B, C, D, E, F, G, H, sin duda con el propósito de fijar las nundinas en la semana de ocho días; precisamente en el mismo modo en que las primeras siete letras son empleadas en calendarios eclesiásticos, para marcar los días de la semana cristiana.


Nota de Thayer:

a Una traducción inglesa de la bula Inter gravissimas del papa Gregorio puede encontrarse aquí.


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Página actualizada: 13 mayo 17